Sentar las bases correctas a una edad temprana puede evitar, limitar o posponer algunos de los desafíos vinculados al envejecimiento, entre ellos la pobreza en la vejez. Para la mayoría de las personas, la jubilación viene acompañada de una caída de los ingresos producida por las sucesivas reformas de las pensiones públicas que lejos de garantizar el poder adquisitivo de las pensiones se han limitado a recortar prestaciones con continuas reformas. Y si a esto añadimos la precariedad laboral y los bajos salarios del mundo del trabajo, es fácil entender que las futuras generaciones cuando les llegue la hora de la jubilación tendrán un poder adquisitivo bajo y tendrán que “envejecer en casa “ya que no podrán costearse al alto precio de una residencia privada o concertada.
En el estado español con casi 10 millones de personas pensionadas más de 2 millones viven solas según el Instituto Nacional de Estadística (INE), ahora bien, tenemos que matizar esta cifra; vivir solo no significa sentirse solo. Si podemos decir que vivir solo es factor de riesgo de sentir soledad, si añadimos otros factores a la soledad como: problemas de salud y movilidad, vivir en una vivienda no adaptada, ausencia de apoyo familiar y vecinal, recursos económicos limitados.
Ante esto, creemos que lo más sensato es asumir como es el mundo en el que estamos y buscar alternativas como la teleasistencia y sistema de ayuda a domicilio y socialización en nuestro entorno más cercano.
