Más de trescientos detenidos gubernativos fueron encerrados en la prisión habilitada de Haro durante la Guerra Civil. La cárcel se improvisó en un edificio levantado en el último tercio del siglo XVIII, que fue hospital durante casi cien años. Después se instalaron en él las escuelas; de ahí el nombre por el que se le conocía, las Viejas Escuelas.
La venida de los presos a Haro no fue en absoluto casual. El gobernador civil los envió a la ciudad riojalteña para que fueran empleados en trabajos municipales; puede, por tanto, afirmarse que los presos recluidos en las Viejas Escuelas fueron sometidos a trabajos forzados. La huella de sus brazos es aún bien visible en hitos de la ciudad, como el nuevo kiosco de la música emplazado en la Vega, o los jardines colindantes.
Tomás Llanos Justa, riojano de Bilbao, le debe a su tío abuelo Juan Llanos Varona que le acercara a la represión sufrida en la antigua provincia de Logroño durante la Guerra Civil. Su familiar fue uno de los vecinos de Casalarreina asesinados en 1936. Desde que hace más de una década se pensó que se había encontrado su cuerpo, su descendiente no ha parado de investigar los diferentes aspectos represivos ocurridos en tierra riojana. Fruto de este esfuerzo fue la publicación de “Se los llevaron en el camión”, enfocado en la propia Casalarreina, y una serie de artículos de diferente calado, sobresaliendo el editado en la revista Piedra de rayo, “Forjando buenos españoles”, sobre el campo de concentración de Haro. Recientemente también ha participado en la publicación “Volver a casa”, la historia de las exhumaciones en La Rioja.
