Muchos siglos antes de lo que conocemos como hinduismo, aparece en el norte de la India una cultura y religión que, por un lado, sirve de germen para muchos elementos de la tradición hindú posterior, y, por otro, presenta grandes paralelismos con otras culturas indoeuropeas como la griega, la nórdica o, especialmente, la irania. Un pueblo que se denominaba a sí mismo ario, y que manejaba el caballo y el carro de guerra, penetró en el subconsciente indio y se enfrentó y mezcló con las poblaciones nativas. Este pueblo, en el segundo milenio antes de nuestra era, compuso oralmente una serie de complejos himnos de alabanza a sus dioses donde se mezclaba mitología, virtuosismo verbal, extraños acertijos y hasta especulación filosófica. Estos himnos, que han llegado a nuestros días y que se transmitieron en la antigüedad de forma exclusivamente oral, al menos durante mil años antes de ser puestos por escrito, forman el Rig Veda y son, junto a los himnos de Zarathustra y los textos hititas, el material más antiguo en una lengua indoeuropea, de varios siglos antes a la Ilíada de Homero.
